La alcaldesa de Madrid, más
preocupada por los JJOO 2020 tiene abandonada la ciudad y cada día que pasa,
está pero. Jaime Lissavetzky le acusa de “trasladar a las calles su síndrome de
Diógenes”, y tiene mucha razón.
No hay que ser muy observador
para darse cuenta de cómo están las aceras llenas de hojas sin barrer y de
cacas de perro cuyos amos son unos desaprensivos y no se molestan en recoger, claro
que en muchos casos, no se reponen las bolsitas, las papeleras rebosantes, los
contenedores desbordados, los pises y el mal olor de los soportales de la Plaza
Mayor, los muebles y trastos viejos arrinconados contra las paredes de las
viviendas, los restos de los botellones, las aceras con baches peligrosos para
los viandantes, las calzadas con grietas y agujeros cada vez mayores, etc.
pero... Ana Botella está ya preparando ajuar y performance para ir a Buenos
Aires con la esperanza de oír “and thewinneris..... ¡Madrid, Spain!”
Y mientras, la ciudad, amanece
cada día más sucia.
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