Y hablando de cruces. En el siglo XIX,
el entonces alcalde Marquina, dio la orden de quitar todas las cruces que había
repartidas por las calles y plazas de Madrid para evitar que siguieran siendo
objeto de frecuentes profanaciones.
Algunas de ellas quedaron, como la cruz de
Puerta Cerrada que, en palabras de Fernández de los Ríos, «se consideró recuerdo
de la conquista de Madrid por los cristianos».
El pueblo madrileño, que no desaprovecha la ocasión para lanzar
al aire algún que otro versito, volvió a ser ingenioso de nuevo, y así, la
mañana en que se retiraron la mayoría de las cruces, apareció un gran cartel
con grandes letras también al pie de la cruz de Puerta Cerrada que decía:
«¡Oh
cruz fiel!
¡Oh cruz divina!
que triunfaste
del pérfido Marquina».
Del libro “Curiosidades y anécdotas de Madrid”, Isabel Gea.
Ediciones La Librería. 10ª edición. 6,50€.
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