Historia de los urinarios de Madrid.
No se rían, que es cosa seria.
Para evitar que la gente orinase en la calle y
aprovechando la reforma de la
Puerta del Sol de mediados del siglo XIX, fueron colocados
los dos primeros urinarios públicos en dicha plaza.
Uno en la desaparecida
calle de la Duda
(entre Arenal y Mayor) y el otro en la esquina de la calle de Carretas. En
dicha calle de la Duda
la duda sería probablemente, si entrar o hacerlo alegremente en una esquina,
porque estos urinarios, en principio, eran más de lo que su propio nombre
indicaba.
En su interior había nueve retretes, seis para caballeros y tres para
señoras. Además había un gabinete de lectura y un despacho de cervezas y
licores. Leer todos los periódicos costaba un real y cuatro cuartos ocupar un
retrete. Menuda duda, porque si uno se descuidaba, pasaba la mañana, la tarde,
o el día entero entre cervezas, periódicos y... olores.
Muchos debían pensar
que con una esquina o un discreto arbolito, tenían más que suficiente. Como
pasado un tiempo estaban muy sucios, la gente prefirió seguir utilizando la
calle.
Las multas por no utilizar los urinarios dieron lugar a una famosa
coplilla popular que decía
«Este monumento infesto,
se debe al duque de Sesto.
¡Cinco duros por mear!
¡Caramba, que caro es esto!
¿Cuánto
querrá por c...!
el señor duque de Sesto?».
En años posteriores se instalaron
en calles y plazas unos edificios rectangulares con una cúpula, destinados a
este fin, siendo sustituidos más tarde por unas cubetas y columnas urinarias.
Del libro “Curiosidades y anécdotas de Madrid”, 2ª parte
Isabel Gea.
Ediciones La Librería. 5ª edición. 6,50€.
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