La calle del Calvario es el único
recuerdo que queda del Vía Crucis o calvario que, en los siglos XV y XVI,
pasaba por aquí.
Este Vía Crucis partía del convento de San Francisco, situado
junto a la iglesia de San Francisco el Grande y terminaba en la calle del
Olivar, donde había un humilladero con un cristo crucificado al que llamaban el
Cristo del Olivar o de la
Oliva.
A lo largo del camino, las estaciones estaban marcadas
con unas cruces, hechas de madera en un principio, y más tarde de piedra de
colmenar. En esta calle del Calvario, además de celebrarse el Vía Crucis, se
enterraban a los reos condenados a muerte.
El Vía Crucis se trasladó en el
siglo XVI a las afueras de la
Puerta de San Bernardino, en la actual calle de la Princesa.
Del libro “Curiosidades y anécdotas de Madrid”, 2ª parte
Isabel Gea.
Ediciones La Librería. 5ª edición. 6,50€.
Comentarios
Publicar un comentario