Nuestros señores diputados, elegidos
democráticamente por el pueblo español, emplean su tiempo de muy diversas
maneras.
Cuando a finales de 1985, los leones que presiden la fachada del
Congreso de los Diputados fueron bajados de sus pedestales y colocados en el
interior del edificio para ser restaurados y limpiados, algunos de los
parlamentarios, quizá para relajar las tensiones de la sesión, decidieron echar
una ojeadita a los famosos animales dando vueltas a su alrededor.
El que más y
el que menos, debió observar con disimulo lo que había o no había entre las
patas traseras de los animales. Y aquí comenzaron las cábalas sobre el sexo de
los felinos, pues quedaron sorprendidos al ver que a uno de ellos le faltaban
los atributos correspondientes al sexo masculino.
-«Serán león y leona»- comentaban unos.
-«Imposible»-
contestó un diputado canario que por ser veterinario entendía de estas cosas.
-«Las hembras no tienen melena».
Y los diputados seguían con sus
cábalas.
-«Pues será que uno de ellos está
castrado»- comentó un catalán.
Y el diputado canario y veterinario,
seguía en sus trece.
-«No puede ser, se le habría caído la
melena».
Al final, entre risas y demás
comentarios, llegaron a la conclusión de que probablemente al escultor se le
debió acabar el material, dejando uno de los leones sin terminar en un lugar
que, pensó, se notaría menos.
Ponciano Ponzano realizó los leones
con el material obtenido del bronce fundido de los cañones moros capturados por
las tropas de O'Donnell y Prim en 1860.
Realizados en la Maestranza de Sevilla
por encargo de Isabel II, no contó Ponzano con las cábalas de los diputados de
un siglo más tarde. A pesar de las dudas actuales, los leones fueron bautizados
en su momento con los nombres de Daoíz y Velarde, héroes del Dos de mayo.
Del libro “Curiosidades y anécdotas de Madrid”, Isabel Gea.
Ediciones La Librería. 10ª edición. 6,50€.
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