Entre las calles de la Victoria y de la Cruz.
Según una
tradición, en este lugar estaba la casa de Francisco de Viarte en la que había
un pozo, por el cual penetraron los soldados calvinistas que acompañaban al
archiduque Carlos en la Guerra
de Sucesión hasta el vecino convento de la Victoria. Tras
saquearlo, robaron las joyas que guardaban los monjes, entre ellas dos espinas
de la corona de Cristo guardadas en un relicario de oro y piedras preciosas
quedándose con éste y tirando al pozo las espinas. Desde aquel momento, el agua
del pozo, que siempre había sido amarga, se transformó en dulce y potable,
llegando incluso a curar a algunos enfermos que la bebieron. Y así permaneció
hasta que años más tarde, al sacar agua en un caldero, aparecieron las espinas
y el agua se volvió amarga de nuevo.
Otra tradición cuenta que el pozo
pertenecía a un tal Solórzano, del cual saltaban basiliscos que luego se
convertían en sapos, perros, gatos y otros animales. Se dice que un caballero
murió por mirar a los ojos a uno de estos animales y que al ir a enterrarle,
salieron del ataúd más de veinte mil bichos de todas las clases.
Del libro “Los nombres de las calles de
Madrid”, Isabel Gea.
5ª Edicion - Fecha de la
publicación: 14 Mayo 1993
Precio 6.90 €. / Ebook 3.45 €.
Editorial: Ediciones La
Librería.
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