A punto de terminar el libro vamos a
hacerlo con lo que el naturalista Luis Miguel Domínguez denomina la "fauna
callejera". Son unos inquilinos muy peculiares, habitantes de Madrid.
En primer lugar las gaviotas. ¡Gaviotas en Madrid!. Que sí, que en Madrid tenemos gaviotas a pesar de no haber playa. Madrid se ha convertido en la ciudad del interior más importante para la invernada de la gaviota reidora.
Aunque esta clase de gaviota sólo viene a pasar el invierno hay otras especies que se han asentado de forma estable junto al embalse de Santillana y cerca de Arganda. Como las gaviotas son aves carroñeras se alimentan de los desperdicios que encuentran en los cercanos vertederos de Colmenar y Vaciamadrid y una vez que han comido, vienen, remontando el Manzanares, a pasar el día en el lago de la Casa de Campo.
Hace años se posaban en las barandillas de los puentes situados frente al antiguo Matadero de Legazpi, donde se pasaban las horas sesteando y atusándose las plumas. Las actuales obras de soterramiento de la M-30 las ha hecho desaparecer. Aunque ya en 1967 existía una pequeña colonia de gaviotas en el citado lago, las primeras grandes oleadas empezaron a llegar en 1980 en que se contó un censo de veinticinco mil. En la actualidad hay en toda la Comunidad unas sesenta mil.
En los últimos años no era extraño ver cientos de gaviotas junto a las columnas jónicas de la M-30 de las que hablé en un anterior libro.
En primer lugar las gaviotas. ¡Gaviotas en Madrid!. Que sí, que en Madrid tenemos gaviotas a pesar de no haber playa. Madrid se ha convertido en la ciudad del interior más importante para la invernada de la gaviota reidora.
Aunque esta clase de gaviota sólo viene a pasar el invierno hay otras especies que se han asentado de forma estable junto al embalse de Santillana y cerca de Arganda. Como las gaviotas son aves carroñeras se alimentan de los desperdicios que encuentran en los cercanos vertederos de Colmenar y Vaciamadrid y una vez que han comido, vienen, remontando el Manzanares, a pasar el día en el lago de la Casa de Campo.
Hace años se posaban en las barandillas de los puentes situados frente al antiguo Matadero de Legazpi, donde se pasaban las horas sesteando y atusándose las plumas. Las actuales obras de soterramiento de la M-30 las ha hecho desaparecer. Aunque ya en 1967 existía una pequeña colonia de gaviotas en el citado lago, las primeras grandes oleadas empezaron a llegar en 1980 en que se contó un censo de veinticinco mil. En la actualidad hay en toda la Comunidad unas sesenta mil.
En los últimos años no era extraño ver cientos de gaviotas junto a las columnas jónicas de la M-30 de las que hablé en un anterior libro.
Del libro
“Curiosidades y anécdotas de Madrid”, 2ª parte
Isabel Gea.
Ediciones La Librería. 5ª edición. 6,50€.
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