La fuente, única que abastecía el
viaje de igual nombre, se hallaba en la finca de Miraflores, construida por el
duque de Frías en el siglo XVIII. En 1630 el duque la vendió a Felipe IV la
finca. Aunque el rey donó la finca a los monjes benedictinos de Montserrat que
habían sido expulsados de Cataluña, en ese año, reservó parte del agua para el
abastecimiento del Buen Retiro y para uso general del vecindario. Tanto Felipe
IV como Carlos III tenían predilección por estas aguas, a diferencia de Carlos
II, que prefería las del Bajo Abroñigal. La reina María Cristina se hacía traer
a palacio dos cubas diarias.
En el siglo XIX, un hombre rico de
nacionalidad suiza compró los terrenos que la rodeaban plantando árboles y
construyendo un palacio. Transformó la zona en una quinta de recreo que pasó a
llamarse desde entonces Quinta de la
Fuente del Berro. En 1948, el Ayuntamiento convirtió los
jardines en un parque público y el palacio en museo geológico.
Del libro “Curiosidades y anécdotas de Madrid”, Isabel Gea.
Ediciones La Librería. 10ª edición. 6,50€.
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