Los automovilistas que a toda
velocidad pasaban por la M-30 ,
apenas si se podían fijarse que en el parque de la Arganzuela hay un
obelisco, cuyo trasiego simboliza de alguna forma, lo que en el anterior
volumen comenté sobre el traslado que a menudo sufren los monumentos de nuestra
ciudad, como si de una costumbre se tratara.
Los monumentos, estatuas, bustos y
demás objetos conmemorativos y decorativos, rara vez permanecen inmóviles en su
primer emplazamiento.
Como ejemplo sirve este obelisco, levantado por primera
vez en la plaza de Emilio Castelar, donde hoy se levanta el monumento a dicho
político. El obelisco se erigió para conmemorar el nacimiento de Isabel II en
1833. De aquí pasó a la plaza de Manuel Becerra y cuando se construyó el paso
subterráneo bajo esta plaza, fue exiliado al parque de la Arganzuela donde
permanece hoy sin que nadie sepa su significado.
Del libro “Curiosidades y anécdotas de Madrid”, Isabel Gea.
Ediciones La Librería. 10ª edición. 6,50€.
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