Fernando VII tuvo la desastrosa
ocurrencia de mandar construir, en el solar dejado por José I y que más tarde
sería la plaza de Oriente, nada menos que una columnata, al estilo de la plaza
del Vaticano, pero con tan malas proporciones, que ni a él mismo le gustó, por
lo que tuvo que ordenar que no continuaran las obras.
Se dice que para que
Isidro Velázquez, su arquitecto, no se llevara un disgusto, la parte construida
no se derribó inmediatamente. Pero al final hubo que hacerlo para poder
construir la plaza de Oriente. * (Ver plaza de Oriente).
Del libro “Curiosidades y anécdotas de Madrid”, Isabel Gea.
Ediciones La Librería. 10ª edición. 6,50€.
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