Y ya que he mencionado el Zoo, a
principios de 1987, un pato mandarín procedente de este lugar, decidió emigrar
de su residencia habitual y remontando el vuelo, fue a establecerse en el
cercano lago de la Casa
de Campo.
Cada vez que sus cuidadores lo trasladaban de nuevo al Zoo, el pato
se escapaba al lago.
No consiguieron convencerle para que regresara a su
antiguo hogar y los hermosos patos blancos, habitantes del lago, generosamente compartieron
casa y comida con el nuevo inquilino sin ningún problema.
Del libro “Curiosidades y anécdotas de Madrid”, Isabel Gea.
Ediciones La Librería. 10ª edición. 6,50€.
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