Y ¿qué me dicen de las corridas de
toros en la Plaza Mayor ?
Eran larguísimas e interminables.
Empezaban por la mañana y continuaban a lo
largo de la tarde lidiándose de dieciocho a veinte toros. Agotador, tanto para
los toreros como para el público. Por eso, entre faena y faena, la gente se
cambiaba de sitio y bajaba a las tabernas que había en los soportales a comer y
beber para resistir tantas horas de corrida. Además, en verano ya se pueden
imaginar, el "tendido" de sol...
Se dice que el conde de Revilla,
corregidor de Madrid, en tiempos de Felipe II, murió de una insolación en una
de estas larguísimas corridas.
Del libro “Curiosidades y anécdotas de Madrid”, Isabel Gea.
Ediciones La Librería. 10ª edición. 6,50€.
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