Sentarse
en una terraza de esta plaza puede resultar altamente peligroso. Y si no, que
se lo digan a aquellos que han visto cómo les han robado sus móviles por
dejarlos encima de la mesa o cómo les han escupido por no dar una limosna. Los
indigentes han hecho de la plaza su vivienda particular y entre el olor
nauseabundo de los improvisados w.c. en los setos y las peleas entre ellos, los
hosteleros ponen el grito en el cielo porque ven que los clientes pasan de
largo en busca de otras terrazas más tranquilas.
Sin
ánimo de editorializar, serían recomendable que la alcaldesa se diera una
vuelta por aquí y comprobara lo “limpia” que está la ciudad, tal como ella
afirma. Y de paso, que se coja el coche oficial y que el chófer particular le
lleve a ver unos cuantos distritos de Madrid para ver cómo de limpias y aseadas
están sus calles
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