La moda
de los huertos urbanos sube como la espuma, quizás influida por la crisis pues,
es una forma de proveerse sin pasar por la caja de un súper. Nuestra querida y
nunca bien ponderada alcaldesa de Madrid ve con buenos ojos que aquellos
solares y descampados sin uso, se utilicen por los vecinos dispuestos a las
labores de sembrado y recolección de frutos y vegetales. Y, de paso que se
trabaja la tierra, con el sudor de la frente, como dice la Biblia en el Génesis,
se confraterniza con los vecinos y se establecen buenas relaciones de vecindad.
Un lugar para compartir...
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