Esta famosa frase tiene su origen,
según se dice, en los cinco pinos situados entre las calles Alcalá y Recoletos,
lugar escogido por los enamorados.
Cuando alguna joven solicitaba a su madre
poder hablar unos momentos algo apartada con su enamorado, la buena mujer,
accedía contestando con la susodicha frase, pero añadiendo que no más de cinco
minutos.
Ante todo, había que velar por el buen nombre de las hijas. Daba la
casualidad de que el quinto pino tenía, en torno a su tronco, un asiento que
era aprovechado por las parejas para sus escasos minutos de amor.
Del libro “Curiosidades y anécdotas de Madrid”, Isabel Gea.
Ediciones La Librería. 10ª edición. 6,50€.
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