El escudo de Madrid, compuesto de un
oso y un madroño, no pone de acuerdo a los entendidos en el tema sobre el
origen de ambos elementos.
Hablaré primero del oso para seguir el orden puesto
que siempre se dice el oso y el madroño y no a la inversa.
Según López de
Hoyos, en el escudo madrileño aparece un oso porque en tiempos remotos Madrid
tenía muchos osos que moraban sus tierras. Sin embargo, Jerónimo de Quintana
rechaza esta teoría, indicando que cuando los romanos llegaron a Madrid,
probablemente tenían como insignia de alguna hazaña valerosa un oso, al igual
que cuando llegaron a León, portaban este animal como emblema. De esta forma,
Madrid adoptó el oso para su escudo o blasón. Por cierto, según el historiador
José Alba Abad, el plantígrado no es un oso, sino una osa. ¡Ahí queda eso!
En cuanto al madroño, para no variar,
hay también varias teorías. La primera explica que siendo Madrid tierra de
abundantes madroños, se decidió que dicho árbol apareciera en el escudo,
decisión posterior a la de la figura del oso. Quintana rechaza también esta
teoría, alegando que si así fuera, en su época (siglo XVII) habrían sido muy
numerosos los madroños, todo lo contrario a la realidad. La segunda teoría más
bien parece una leyenda. Se refiere al oso, que al parecer, cuando tiene los
ojos malos, lo mismo se acerca a las colmenas para que las picaduras de las abejas
le calmen los dolores, que se sube a los madroños con el fin de que los
granillos que la fruta tiene en el exterior le raspen el paladar calmándole de
igual forma los dolores. Una tercera teoría explica que allá por el año 1200,
existía un pleito entre la Villa
y el cabildo de la clerecía de Madrid sobre la propiedad de ciertos términos de
la provincia, pretendiendo ambos la propiedad de ellos. Llegaron al mutuo
acuerdo de que a la Villa
pertenecerían todos los pies de árboles que había y al cabildo todos los pastos
de dichos términos. Así, en el escudo del cabildo figuraba un oso paciendo y en
el de Madrid un oso abrazando un madroño y en actitud de comer las hojas,
porque según se creía entonces, las hojas de este árbol eran un remedio muy
bueno contra la peste.
Y completan el escudo siete estrellas
que simbolizan la Osa Mayor ,
constelación conocida por el "carro" y rematado por una corona, que
se puso en 1544, llamándose desde entonces la Coronada Villa de
Madrid.
Del libro “Curiosidades y anécdotas de Madrid”, Isabel Gea.
Ediciones La Librería. 10ª edición. 6,50€.
Comentarios
Publicar un comentario