El muerto más antiguo de Madrid es un
hombre llamado Francisco López Ballesteros, que fue enterrado en un nicho del
cementerio de San Isidro, el 21 de julio de 1811.
Antes de esta fecha, los
muertos se enterraban en los cementerios de las iglesias, hasta que José I lo
prohibió en 1810 porque la cercanía de los osarios provocaban muchas
enfermedades.
Por este motivo, los cementerios fueron construidos a partir de
ese año fuera de la ciudad.
Del libro “Curiosidades y anécdotas de Madrid”, Isabel Gea.
Ediciones La Librería. 10ª edición. 6,50€.
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