Hay que ver lo que nos gusta mirar
escaparates y cómo nos hacen gastar en cosas que no necesitamos realmente. Eso
forma parte de su cometido.
Pero los escaparates son una invención moderna.
Según Fernández de los Ríos, en 1834, no existían muchas tiendas en Madrid y
las pocas que había consistían en pequeños locales familiares que, por
supuesto, no tenían escaparates.
La forma de atraer al público consistía en
exponer los productos a la puerta o bien anunciarlos en una tablilla.
El
escaparate apareció en Madrid en 1835 en dos tiendas que fueron las primeras en
instalarlo:
Ambas
copiaron los escaparates existentes en París y Londres.
Con el tiempo, el
escaparate se fue imponiendo como forma de atraer al público y diez años más
tarde, todas las tiendas ya lo tenían.
Esto supuso la desaparición de las
primitivas formas de captar al público como la decoración callejera, la publicidad
y los rótulos populares. Nada hacía falta ya puesto que el género se podía ver
a través de los grandes cristales.
Del libro “Curiosidades y anécdotas de Madrid”, Isabel Gea.
Ediciones La Librería. 10ª edición. 6,50€.
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