La pequeña calle que desde 1894 está
dedicada al maestro Barbieri, primeramente recibió el nombre del Soldado.
Dicen
que se llamó así por un soldado que se enamoró de una bella joven que decidió
profesar en un convento.
El enamorado trató de convencerla del amor que por
ella sentía, pero como ella mantenía firme su idea de ser monja, el soldado, en
un arrebato, le cortó la cabeza, la guardó en un saco y la depositó a la puerta
del convento diciendo que era un regalo de la futura novicia.
Cuando la abadesa
sacó la cabeza, ésta abrió los ojos y llorando exclamó: «¡Madre!».
El soldado
fue ajusticiado y su mano derecha fue colocada en un palo en el lugar donde
cometió el crimen.
Del libro “Curiosidades y anécdotas de Madrid”, Isabel Gea.
Ediciones La Librería. 10ª edición. 6,50€.
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