¿Qué mejor que ir al cine o al teatro o a un espectáculo de varietés a la azotea de estos grandes edificios en verano?
Los madrileños pasaban los rigores de julio y agosto asistiendo -más fresquitos- a las proyecciones de películas y obras de teatro en las terrazas, aprovechando la suave brisa nocturna. Allá por los años 20 del siglo XX existía esta posibilidad.
Una crónica retrospectiva nos la cuenta Madridiario
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