«Deo volante, rege surente et populu
contribuiente, se hizo esta fuente».
Así rezaba un cartel que apareció colgado de la llamada fuente
de la Fama el
día de su inauguración. Que no falte el humor madrileño.
Y para no perder la
costumbre de cambiar las cosas de lugar, de su primitivo emplazamiento, la
plaza de Antón Martín, fue trasladada a Lavapiés, luego al parque del Oeste y
finalmente a los jardines del Arquitecto Ribera -junto al Museo Municipal-, que
fue quien la hizo.
Del libro “Curiosidades y anécdotas de Madrid”, Isabel Gea.
Ediciones La Librería. 10ª edición. 6,50€.
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