Otra plaza, la de Santa Ana, estuvo
ocupada por un convento también, el de Santa Ana. Con el derribo de éste se
levantó una plaza y se colocó en el centro una fuente coronada con una bonita
escultura que representaba a Carlos V cubierto con una armadura, obra de León
Leoni y su hijo Pompeo Leoni.
Mas ¡ay!, la armadura tenía truco, pues resultó
que era desmontable y al quitarla, se veía el cuerpo desnudo del rey de España
y emperador de Alemania. Carlos V se murió sin ver su cuerpo desnudo imaginado
por los escultores.
No se molesten en ir a ver la escultura a la plaza citada,
el "baile" de estatuas" del que ya hablé en el anterior volumen,
también afectó al emperador y en su lugar se encuentra hoy la dedicada a
Calderón de la Barca.
Del libro “Curiosidades y anécdotas de Madrid”, Isabel Gea.
Ediciones La Librería. 10ª edición. 6,50€.
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