La nieve, esa mágica y blanca manta
que a todos -niños y no tan niños- atrae, puede resultar algo engorrosa.
Caminar por las calles de la ciudad cubiertas de nieve es tarea bastante
complicada, si de lo que se trata es de mantener el equilibrio y no caer al
suelo.
El Ayuntamiento tiene siempre previstas algunas medidas para evitar que
las escurridizas calles de nieve se conviertan en pequeñas trampas para
automovilistas y viandantes.
Sin embargo, esto no era ni remotamente parecido
en los orígenes de la Villa
y Corte. No fue hasta el reinado de Carlos II cuando se dictó una orden por la
cual, los vecinos tenían la obligación de quitar la nieve de la puerta
delantera de sus viviendas. Como entonces no existía un servicio municipal
encargado de limpiar el resto de las calles, cabe suponer dos cosas: o la gente
no salía de sus casas los días nevados, o los accidentes aumentarían
enormemente, produciéndose colas a las puertas de los numerosos hospitales.
Del libro “Curiosidades y anécdotas de Madrid”, Isabel Gea.
Ediciones La Librería. 10ª edición. 6,50€.
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