Esta farmacia, con su bonito nombre
tiene, además de antigüedad (que luego veremos), su propia leyenda.
Cuentan que
Isabel de Farnesio, segunda esposa de Felipe V, prefería que le sirvieran
medicamentos desde esta botica en lugar de utilizar la Real Botica instalada
en Palacio, porque temía ser envenenada por su hijastro Fernando VI, quien
terminó desterrándola al palacio de La Granja.
Aparte de la leyenda, la farmacia
-dedicada originariamente a la alquimia- está considerada como una de las más
antiguas de Madrid así como uno de los establecimientos más antiguos de la Villa y Corte.
Se halla
situada en el número 59 de la calle Mayor y aunque la decoración actual es de
1914, su fundación data de 1574. Sus actuales propietarios aseguran que
sirvieron un medicamento a Francisco I, rey de Francia, cuando fue hecho
prisionero por Carlos I.
El establecimiento ha permanecido a la familia
fundadora ‑Fernández Ortiz- hasta 1935 en que fue comprada por José Cid, y aho
ahora lo regentan sus dos hijas, licenciadas en farmacia.
El local guarda más de trescientos
cincuenta tarros de los siglos XVI y XVII fabricados en cerámica de Talavera,
porcelana del Buen Retiro y vidrio de La Granja. Su mayor reliquia es uno con el escudo de
los Reyes Católicos, Castilla y León y las provincias italianas de Sicilia y
Nápoles, que las dueñas guardan celosamente en su casa para evitar que sea
robado.
Dada la antigüedad del establecimiento y de su botamen, han recibido numerosas
ofertas de compra por parte de los anticuarios, ansiosos de obtener algunos de
sus tarros. Incluso el Museo de Farmacia de Perú, ofreció una importante suma
para comprar el establecimiento completo y trasladarlo a dicho país.
Merece la
pena una visita. Aunque sólo pidan unas simples aspirinas, pasen y vean lo bien
conservada que está esta Farmacia de la Reina Madre.
Del libro “Curiosidades y anécdotas de Madrid”, Isabel Gea.
Ediciones La Librería. 10ª edición. 6,50€.
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