Los miradores forman parte de la
personalidad de Madrid. De hierro y cristal, nada tienen que ver con las
actuales terrazas acristaladas que más bien parecen quioscos.
Los primeros
miradores fueron instalados entre 1880 y 1920 en las entonces nuevas casas del
barrio de Salamanca, denominada esta zona como el Ensanche.
Se colocaban por
alturas, según la clase social al que se destinaba. El piso principal tenía el
mejor mirador y cuanto más alto, el mirador se va haciendo más simple y más
pequeño, dándose incluso el caso de que el último piso frecuentemente no lo
tenía. Construidos de hierro y cristal como ya he dicho, servían no sólo para
mirar, como su propio nombre indica, sino también para aislar del frío y de los
ruidos a modo de cámara de aire.
Una característica es que siempre estaban
llenos de plantas y lucían alguna que otra figurita o abanico exótico.
En la
actualidad la mayoría están bastante descuidados, pero siguen siendo reflejo
del Madrid de finales del XIX y principios del XX.
Del libro “Curiosidades y anécdotas de Madrid”, Isabel Gea.
Ediciones La Librería. 10ª edición. 6,50€.
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