Si los Austrias y los Borbones han sido famosos por sus
numerosas amantes, José I, el "rey intruso", no iba a ser menos y
también las tuvo durante su estancia en Madrid como rey.
Se dice que, de quien
realmente estuvo muy enamorado fue de Teresa Montalvo, condesa viuda de Jaruco.
El rey veía a su amante en secreto, en una casa que él mismo le compró y regaló
en la calle del Clavel.
Da la triste coincidencia que cuando se terminó de
construir el Cementerio General del Norte, murió la condesa, siendo la primera
en ser enterrada en dicho lugar. Pero esa misma noche, alguien la trasladó del
lejano y solitario cementerio al jardín de su casa de la calle del Clavel, bajo
un gran árbol que desapareció junto con el jardín al construirse un edificio de
viviendas que ocupa el número 13 de la calle.
No se sabe quien dio la orden de
que la condesa fuera trasladada de lugar, pero se dice que fue el propio José
Bonaparte, que no quería que los restos de su amada reposaran en un lugar tan
frío como el nuevo cementerio.
Del libro “Curiosidades y anécdotas de Madrid”, Isabel Gea.
Ediciones La Librería. 10ª edición. 6,50€.
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