Érase
una vez, un hacedor de carteles grandes de luces de colores, el mejor del mundo
mundial. Su ilusión habría sido hacer el Tío Pepe, un andaluz muy famoso de la
Villa y Corte. Pero para hacer ese famoso jerezano tendría que haber nacido,
por lo menos, por lo menos... treinta años antes.
Y el hacedor
de carteles de colores entró un día en una corrala arrasando: “Buenas... hay
alguien que pueda pasarme una vista de Madrid, una muy concreta, la de P.
Schild?”. Y entonces, una princesa le dijo “yo tengo esa vista, te la puedo
enviar con una de mis palomas mensajeras si quieres”.
El
hacedor de carteles de colores le dio las gracias y se despidió, no muy
correctamente, diciendo “y un capón para la princesa”.
Y desde
ese día, cada vez que él se despedía así en la corrala la princesa le
contestaba “y una patada en la espinilla para arancetano” (es que el hacedor
vive en una ciudad “Real”: Aranjuez).
A la
gente de la corrala no les gustó la despedida del “capón”, pero poco a poco
fueron conociendo su humor tan “especial” y, al poco tiempo, le aceptaron.
Y un
día el hacedor de carteles de colores le dijo a la princesa: te voy mandar un
paquete a través de 3M, que significa Mercurio, Mensajeros, Madridrileños.
Pero lo
que no dijo es que ese mensajero de la “furgo” era muy especial: transportaba
princesas
Y aquí
está la prueba de que el cuento se hizo realidad :)))))
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