Y hablando de relojes: «Por favor,
póngame cuarto kilo de relojes». Y no se rían que no es chiste.
Así se compraban los relojes en
una tienda que estuvo en la plaza de Tirso de Molina, donde posteriormente
estuvieron los famosos Almacenes Progreso. Allí se vendían los relojes al peso.
Hoy, siguiendo el mismo sistema, se venden telas al peso, y la tienda se llama
El Kilo Americano hoy KA.
Del libro “Curiosidades y anécdotas de Madrid”, 2ª parte
Isabel Gea.
Ediciones La Librería. 5ª edición. 6,50€.
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