El pequeño pasadizo del Panecillo, se
llama así por la costumbre que tenía el palacio arzobispal, aquí situado, de
repartir un panecillo a cada pobre.
En 1829 se cerró porque al ser tan estrecho
se convirtió en un lugar propicio para todo tipo de desmanes y por tanto,
peligroso.
Y así sigue hasta hoy.
Del libro “Curiosidades y anécdotas de Madrid”, 2ª parte
Isabel Gea.
Ediciones La Librería. 5ª edición. 6,50€.
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