¿Quién no ha oído hablar de nuestro
legendario Luis Candelas? Es el Curro Jiménez madrileño. Luis Candelas Cajigal
nació en 1805 o 1806, en el castizo barrio de Lavapiés. Aunque concretamente se
dice que nació en la calle del Calvario, esto no está comprobado. A pesar de
ser hijo de un carpintero, aprendió buenos modales y gustaba vestir las camisas
y ropas más caras de Madrid, así como comer los mejores guisos, no regateando
nunca.
Como no tenía ni un triste real y le
gustaba la vida fácil, en 1835 formó una cuadrilla que se reunía en una taberna
de la calle Jacometrezo conocida por el "Traganiños". Aquí planeaba
sus golpes y repartía los botines obtenidos. Tanto del bandido como de sus
delitos se han inventado infinidad de folletines más o menos bonitos y tiernos
que falsean la realidad. Hay que reconocer en su defensa, que todas sus
fechorías las hizo con grandes dosis de ingenio y humor, pues sustituía la
mayoría de las veces la intimidación con el engaño y la sorpresa.
Pero como todo el que actúa al margen
de la ley, fue perseguido y atrapado varias veces. La última lo fue por amor
porque, tras fugarse a Gijón con intención de ir a Londres junto con María, su
juvenil amor de diecisiete años, regresó a Madrid ya que ésta no quería salir
de España. En una posada situada entre Olmedo y Valladolid fue cogido mientras
dormía y, tras un juicio, condenado a morir por garrote vil.
«La
máxima que rige mi conducta es la siguiente: el dinero está mal repartido y no
es justo que mientras unos arrastran el coche los demás vayan por el lado. Así
pues, los que nivelamos las facturas, sin matar ni hacer daño ejercemos una
industria pacífica que hacen mal en perseguir (…) el que esto expone señora, es
acaso el primero de su clase que no acude a vuestra majestad con las manos
ensangrentadas, la fatalidad le condujo a robar, pero no ha muerto, herido ni maltratado nunca
a nadie». A pesar de que con estas palabras
pedía clemencia a la reina María Cristina, su petición fue denegada siendo
ejecutado el 6 de noviembre de 1837, acusado de varios robos y asaltos.
La ejecución se llevó
a cabo en las afueras de la
Puerta de Toledo. «¡Sé feliz, Patria mía!». Con estas
palabras se despedía mientras comenzaba a rezar un credo que no terminó. Así
acabó sus días Luis Candelas Cajigal, el bandido de Madrid. Como dato curioso
de este hombre que supo morir con orgullo, es que siempre firmó Cajigal como
segundo apellido, siendo a su vez el segundo de su madre que se llamaba María
Bigala Cajigal.
Del libro “Los
porqués de Madrid”, Isabel Gea.
Fecha de la publicación:
Octubre 2010 - 13.95 €.
Editorial: Ediciones La
Librería.
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