En la calle de San Roque número 9 se levanta
el convento de benedictinas de San Plácido, fundado en 1623 por doña Teresa del
Valle de la Cerda y su prometido don Jerónimo de Villanueva, Protonotario Mayor
de Aragón, y Secretario de Estado quien, ofreció una de sus casas para alojar a
las primeras religiosas. Villanueva compró además los edificios colindantes
para poder construir el convento.
El suceso más llamativo de este
monasterio fue el de la posesión diabólica de veinticinco de sus monjas, entre
las que se hallaba la propia fundadora. El psiquiatra Enrique González Duro
señala en su libro Demonios en el
convento. El conde-duque de Olivares frente a la Inquisición, que «para la
selección de las monjas y novicias se dio preferencia a las de exaltada
espiritualidad, naturaleza enfermiza y marcada predisposición a padecer
fenómenos extraordinarios, arrobamientos, revelaciones, visiones proféticas e
incluso la posesión diabólica».
Una de ellas, Isabel de Cárdenas,
conocida como Isabel Benedicta en el convento, «tenía antecedentes de fenómenos
espirituales: siendo muy niña tuvo desmayos muy grandes y, creyendo que era por
el demonio, la conjuraban, y cuando volvía en sí lo hacía con grandes
“risadas”».
Otra, Josefa María, llegó del
convento de la Concepción de Guadalajara, donde decía que «le habían sucedido
algunos espantos, diciendo que era tan tentada de desesperaciones que se había
visto en muchos aprietos y que muchas veces había estado cierta de que tenía el
demonio».
Incluso las hermanas de la fundadora,
Juana e Isabel. De la primera se decía que «tuvo desde pequeña grandes
desmayos, y tan pronto parecía que se iba a morir y cómo quedaba buena del
todo». Isabel del Valle había «padecido mucho de un mal de corazón que le hacía
llorar, y decía que no era posible que estuviese bautizada, porque hablaba mal
de Dios y de los santos y porque quizá tenía el demonio dentro».
En 1625, a los quince meses de la
fundación del convento, comenzaron a manifestarse las posesiones diabólicas en
algunas monjas. Pronto corrió el rumor en los mentideros de la villa de que en
el convento pasaban cosas raras que, según Fernández Dur,o se trató «un típico
caso de histeria colectiva que tomó forma de endemoniamiento de la mayoría de
las monjas». Las religiosas fueron sometidas a varios exorcismos y la
Inquisición condenó a reclusión perpetua en un convento al confesor de las
monjas, fray Francisco García Calderón, a quien se le acusó de mantener
relaciones -besos y tocamientos libidinosos- con varias de ellas y, a la
fundadora y su hermana Isabel, a cuatro años en el convento de Santo Domingo de
Toledo.
Del libro “Los
porqués de Madrid”, Isabel Gea.
Fecha de la publicación:
Octubre 2010 - 13.95 €.
Editorial: Ediciones La
Librería.
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