En 1927 se cumplía el aniversario de las bodas de plata
de Alfonso XIII con el trono.
Como homenaje le fue presentado el proyecto de
construcción de una ciudad universitaria que albergara los edificios destinados
a estudios universitarios.
La idea de su creación se la proporcionó don
Florestán Aguilar, su dentista, quien, gracias a unos cursos que había seguido
en Estados Unidos, tuvo la oportunidad de ver varias ciudades universitarias.
Al rey le gustó tanto la idea que quiso que ese homenaje revirtiera en la
construcción del conjunto.
Se eligió para ello la zona noroeste de Madrid,
aprovechando algunos terrenos de la finca de la Moncloa cedidos por el
rey, donde estaban situados la
Escuela de Ingenieros Agrónomos, el palacio de la Moncloa y la llamada Casa
de Velázquez.
El 25 de julio de 1928 se realizó un sorteo de lotería a
beneficio de la futura Ciudad Universitaria, en el que se obtuvo parte del
dinero, que, junto con las donaciones particulares y del propio rey, hicieron
posible el inicio de la construcción.
Las obras se iniciaron en 1929 y, aunque
en 1936 estaban casi terminadas, quedaron paralizadas por la Guerra Civil. Durante la contienda, este lugar sufrió los
estragos de ser línea de frente, por ello, el conjunto tuvo que ser restaurado
en los años cuarenta.
La anécdota la constituye una excavadora americana que se
utilizó por primera vez en España y que, a juicio del entonces ministro de
Obras Públicas, Indalecio Prieto, causaba un grave problema, porque declaraba
que la máquina quitaba el trabajo de doscientas manos de obra, con el
consiguiente aumento del paro de trabajadores.
A pesar de ello, la excavadora siguió
con su trabajo de vaivén, provocando un gran asombro entre los madrileños de
aquellos años, contándose entre ellos, el mismísimo Alfonso XIII, quien se
acercaba algunos días a contemplar el espectáculo gratuito que ofrecía la
máquina.
Del libro “Curiosidades y anécdotas de Madrid”, Isabel Gea.
Ediciones La Librería. 10ª edición. 6,50€.
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