Nació como sugerencia del marino Jorge Juan al rey Carlos
III, a quien le gustó la idea y encargó el proyecto a Juan de Villanueva. Sin
embargo, las obras no comenzaron hasta 1790, siendo ya rey su hijo Carlos IV.
Aunque el lugar elegido por el monarca fue un sitio elevado junto a la ermita
de San Blas, algo apartado de la ciudad, el arquitecto prefirió el cerrillo
donde estaba situada dicha ermita. Por ello, la ermita fue derribada junto a un
juego de pelota que había adosado a una de sus paredes exteriores.
Posteriormente fueron adquiridos varios telescopios para el observatorio, que,
desgraciadamente, fueron destruidos por las topas de Napoleón durante la Guerra de la Independencia.
Del libro “Curiosidades y anécdotas de Madrid”, Isabel Gea.
Ediciones La Librería. 10ª edición. 6,50€.
http://www.edicioneslalibreria.es/
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