Los terrenos donde se abrió la calle
pertenecían al prior de Santo Domingo de Silos, en las llamadas eras de San
Martín. El prior cedió parte de ellos al marqués de Leganés para poder
construir el desaparecido convento de los Basilios (en la calle del Desengaño)
y otra a la marquesa de Villaflores, para el convento de Don Juan de Alarcón,
de mercedarias descalzas.
Según unos, cuando se estaba explanando el terreno
para la construcción de este último convento la marquesa de Villaflores exclamó
«¡parece un barco!». Según otros, señalan que fue el propio Juan de Alarcón
quien comentó que parecía un barco «en el que van frailes y monjas». Y así le quedó
este nombre a esta calle, junto a la Gran Vía.
Del libro “Los porqués de Madrid”, Isabel Gea.
Fecha de la publicación:
Octubre 2010 - 13.95 €.
Editorial: Ediciones La
Librería.
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