Cincuenta
años lleva la Paquita vendiendo décimos de navidad. Todos los días, vocea los
billetes de la ilusión junto a La Mallorquina, pero se queja de la poca
afluencia, «normalmente en el puente de Todos los Santos ya
estábamos todos. Pero este año, las familias gitanas retrasan su llegada. Han
venido los fines de semana y como ven que no hay mucho, lo dejan para más
adelante». Y constatan que incluso Doña Manolita, no tiene las largas colas
habituales.
El Teatro Real se construyó en el solar del antiguo teatro de los Caños del Peral que fue derribado por su mal estado en 1817. Un año más tarde, comenzó la construcción del nuevo teatro que se prolongó a lo largo de más de treinta años, siendo inaugurado en 1850 por la reina Isabel II. La planta del teatro resultó muy forzada por el solar que ocupaba, lo que había obligado al arquitecto Antonio López Aguado a articular la sala y el escenario de tal manera que quedaron muchos espacios vacíos así como un difícil tránsito a través de las alas y de las cajas de escaleras. Como la entrada por la plaza era de uso exclusivo para la familia real, y el público entraba por la fachada posterior en la plaza de Isabel II, los espectadores se veían obligados a recorrer interminables pasillos y escaleras. Pascual Madoz, en su Diccionario Geográfico señaló que «este edificio [el teatro] tiene la planta mas ingrata que para un edificio de esta clase ha podido elegirse». En cualquier calleje
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