Las que están en la plaza de Oriente, fueron realizadas
con el fin de adornar la parte superior del Palacio Real, pero su enorme peso
impidió que fueran subidas, ante el temor de un posible hundimiento del
edificio.
Otro motivo o causa, que forma parte de la leyenda cuenta que la
reina Isabel de Farnesio, esposa de Felipe V, al parecer soñó que las estatuas
caían sobre ella a consecuencia de un terremoto. Por orden suya las estatuas
fueron colocadas en distintos lugares de Madrid: la plaza de Oriente, el
Retiro, la glorieta de las Pirámides y el museo del Ejército.
La opinión de
Fernández de los Ríos sobre dichas estatuas no tiene desperdicio:
«representan
los personajes en posturas que por lo violentas rayan en ridículas, y los
caracterizan tan mal en traje y fisonomía, que si los letreros que cada uno
tiene al pie acabaran de borrarse, el encargado de bautizar de nuevo aquellos
cantos fácilmente podría salir del apuro»
Y tuvo razón en parte, porque las que
se hallan repartidas por el Retiro tienen el nombre prácticamente ilegibles y
no hay modo de saber quién es quién.
Por cierto, ¿sabían que por las noches,
las estatuas de la plaza de Oriente bajan de sus pedestales para jugar a la
pelota? Eso dicen por ahí.
Del libro “Curiosidades y anécdotas de Madrid”, Isabel Gea.
Ediciones La Librería. 10ª edición. 6,50€.
http://www.edicioneslalibreria.es/
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