Como
estamos en horario infantil, mejor no pongo el taco, pero es fácil de imaginar.
La susodicha es la sede actual del Instituto Cervantes. El ABC de hoy recoge
semejante exclamación citando un libro mío, pero se olvidó poner quien fue el
que la contó y en qué circunstancias.
La
anécdota del calificativo tan descriptivo se debe a Santiago Amón. La contó en
el Centro Cultural de la Villa, en una improvisada conferencia como él mismo
reconoció porque se le habían olvidado las diapositivas en su casa. La
conferencia fue todo un éxito: Amón, paseándose por la grada, micrófono en mano
fue contando cosas de la Gran Vía, de memoria y con su inolvidable desparpajo.
El
destino quiso que seis días después muriera trágicamente en un accidente de
helicóptero, en el llamado Pico de la Miel (Comunidad de Madrid), el 30 de
junio de 1988. Lo digo aquí porque la anécdota no aparece más que en dos libros
míos y siempre, indico que la contó el periodista y escritor Santiago Amón.
Jamás se me olvidará el impacto que me produjo su muerte seis días después de
conocerle en persona.
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