La
estatua ecuestre del monarca luce una blanquecina capa debido a la humedad del
Retiro y la contaminación. Y, aunque Rafael Fraguas en El País no lo dice,
seguro, segurísimo que las palomas tienen también mucha culpa.
Así que
hay que lavarles la cara al rey a y al caballo con la misma técnica que se
empleó en la estatua ecuestre de Felipe IIV de la plaza de Oriente.
El
periodista, de paso, repasa históricamente el conjunto monumental que preside
el estanque del parque del Retiro. Un buen artículo para conocer todos sus
detalles, como por ejemplo que rey y caballo están realizados al doble de su
tamaño natural y se alzan a 30 metros de altura sobre una urna metálica
acristalada que fue concebida como mirador.
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