A lo
largo de la Gran Vía los carteles de “Se alquila” proliferan en los
emblemáticos edificios. La crisis ha obligado a bajar los precios incluso hasta
un 50%. Pero aun así no se alquilan todas las oficinas. ¿Los motivos? Son
varios, entre ellos:
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Las grandes empresas que no pueden instalarse en oficinas de menos de
600 metros cuadrados y prefieren hacerlo en zonas más “empresariales” como
Arturo Soria, San Blas, o los Pau’s de la zona norte de Madrid. Otras, sin
embargo, prefieren zonas más cotizadas como el paseo de la Castellana, Azca o
la Milla de Oro.
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El problema del aparcamiento influye y mucho. Cuando se construyó la
Gran Vía, pocos edificios tuvieron visión de futuro construyendo aparcamientos
en los sótanos.
Y mientras,
la Gran Vía vive una transformación lenta pero imparable, además de las
oficinas desocupadas, cada vez son más los locales cerrados que, con el cartel
de venta o alquiler, esperan a que lleguen nuevos tiempos. Los cines de antaño
dejaron paso a las tiendas de ropa de marca y a cadenas de comida de rápida.
Desaparecieron Tapicerías Peña o Aldao, las cafeterías Zahara y Manila, pero perduran
Loewe y Grassy, Joyería Sanz, Chicote, entre otros.
Y no me
extiendo más porque estoy añadiendo cosas de mi propia cosecha que no vienen en
la noticia.
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