A
partir del mes que viene, que está ya a la vuelta de la esquina, los primeros
parquímetros inteligentes -en el barrio de los Jerónimos- cobrarán en función de la antigüedad del
coche. Habrá que introducir la matrícula mediante un teclado alfanumérico y el
poste de los tiques, en conexión directa y permanente con las bases de datos
oficiales, cobrará más a los coches antiguos, los más contaminantes. O sea, con
la excusa de conseguir una mejor calidad del aire que respiramos, se penalizará
a los coches más antiguos porque contaminan.
Se
podrá pagar con tarjeta o con dispositivos móviles, pero no todo es tan
perfecto: e inconveniente es que no devuelven cambio. O sea, el parquímetro es
inteligente por triplicado: recaudación pura y dura por aparcar en la vía los
coches que no contamina, cobrar más a los vehículos contaminantes y no devolver
cambio. ¡Qué bien se lo monta el Ayuntamiento!
Pero,
por una vez, no hay que echarle la culpa a nuestra querida y nunca bien
ponderada alcaldesa de Madrid: la idea la dejó ya aprobada el anterior alcalde,
el señor Ruiz-Gallardón.
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