Lo de
“completamente satisfecho” parece más bien un eufemismo. A los madrileños nos
sobra la palabra “completamente”, simple y llanamente: NO estamos satisfechos
con la limpieza de las calles de Madrid. Veamos algunas cuestiones que nos
afectan a los ciudadanos en materia de limpieza:
Las
papeleras se vacían después de permanecer muchos días rebosantes de
desperdicios y de malolientes bolsitas de cacas de perros, bolsitas que por
cierto, apenas reponen, desaparecen porque no sabe uno cuándo va a volver a
encontrarlas.
Cacas
de perros achicharradas y adheridas a las acerca, la falta de lluvias y de
barrenderos las hace imposibles de despegar.
Los
contenedores de cartón y vidrio se han convertido en puntos fijos de depósito
de todo tipo de objetos que sobran en los hogares.
Las
calles no se baldean desde hace años.
Ni
rastro de aquella flamante “Oficina de Control de Muros” que se suponía iba a
regular el mundo de las pintadas con una serie de normas. Los grafitis inundan
paredes, portales, cierres metálicos de comercios y bancos (de sentarse).
Farolas
y postes de señalización rodeados de bolsas de plástico con desperdicios y
cartones, de aquellas personas desaprensivas que no son capaces de depositarlas
en los contenedores correspondientes.
Madrid,
lamentándolo mucho, está cada día más sucia, es la consecuencia de los recortes
y despidos de trabajadores. Decía Tierno Galván en uno de sus inolvidables bandos
que “no se trata de limpiar más sino de ensuciar menos”. ¡Pero por lo menos,
que limpien!
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