El
derecho de manifestación está contemplado en la Constitución.
Las
manifestaciones reivindican pacíficamente sus derechos.
Pero lo que la Constitución no contempla son las
“hordas de Atila”-por llamarlos de alguna manera- destrozando todo a su paso: marquesinas,
papeleras, bancos, mesas y sillas de las terrazas de cafés emblemáticos como el
Gijón y el Espejo, escaparates de bancos, etc.
Y los
madrileños ¿a quién tenemos que pasarles la factura por estos destrozos?
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