Son los
que están enterrados en las profundidades de Madrid. Los viajeros del metro
bien los conocen. Sin duda el ejemplar más grande de este museo subterráneo s
el mastodonte de la estación de Carpetana que, aunque es una copia, sus restos
se encontraron en las obras de construcción de esta estación. Seguro que a más
de un niño y a más de un adulto le habrá impresionado darse de bruces contra
este ejemplar de hace 14 millones de años al que no le faltan sus enormes colmillos.
En la
estación de Chamartín se encuentra un tranvía que homenajea a todos los que
circularon por las calles de Madrid hasta 1972. Este en concreto tiene el
orgullo de haber participado en dos películas inolvidable: Doctor Zhivago y Las
bicicletas son para el verano. Esta estación, por su grandes dimensiones cuenta
con un mural electrónico que bien podría estar sacado de la película Matrix.
Reproduce las cataratas de Iguazú con 21 metros de altura y 50 de anchura en
curva. Sin duda todo un impacto para el visitante que accede por primera vez a
esta estación. Su autores son dos personas ya muy conocidas por todos nosotros:
Vicente Patón y Alberto Telllería, presidente y vocal del Área Técnica,
respectivamente, de la asociación Madrid, Patrimonio y Ciudadanía.
El
museo subterráneo recorre estaciones como Arganzuela-Planetario, con el enorme
Planeta Arganzuela; los cuatro cuerpos humanos de casi 4 metros de altura en
una lección de Anatomía situados en la estación Hospital Doce de Octubre; los
restos de la Fuente de los Caños del Peral, en la estación de Ópera; el mural
de Mingote en la de Goya; la estación “fantasma” de Chamberí que se conserva
tal como se construyó allá por 1919.
El
metro de Madrid es sin duda, un buen museo para que papis y mamis lleven e los
peques de la casa y explicarles lo que alberga cada estación.
¡Feliz
sábado!
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