Estaban currando en un tejado en la zona de la plaza de la
Luna, o sea, de Santa María Soledad Torres Acosta (no me extraña que para
abreviar la llamen Luna, porque a ver quién se acuerda de un nombre tan largo).
El caso que los obreros decidieron llevarla directamente a
la Policía municipal. Ni Tedax ni Guardia Civil. Debajo del brazo, como si
fuera una barra de pan, aparecieron en las dependencias de la policía que están
situadas en la misma plaza.
Es fácil imaginar la situación en las oficinas de la Policía
municipal.
-Esto... buenas... que les traemos una bomba de la Guerra
Civil, por si saben ustedes qué hay qué hacer con ella.
-¡Anda ya, no nos tomen el pelo que tenemos muchas cosas que
hacer! Llamen a la Guardia Civil que eso es cosa de ellos.
-En serio, que nos la hemos encontrado en un tejado de ahí
al lado.
En esto que sale el jefe superior por la puerta... se
percata de la situación... y...
-¡Que no se mueva nadie! ¡Y ustedes, depositen el artefacto
en el suelo con cuidado ¿eh? con muuuucho cuidado, no vaya a explotar. ¿Pero
cómo se les ha ocurrido a ustedes traerla hasta aquí? ¿Y si les hubiera
explotado por el camino qué habría pasado? ¿eh?
Y mientras, todo el mundo en la oficina mudos y conteniendo
la respiración.
-¡Sargento, llame inmediatamente al Servicio de
Desactivación de Explosivos de la Guardia Civil! Y ustedes, siéntese en esas
sillas mientras les toman los datos.
Tampoco es tan extraño que aparezcan bombas de la Guerra
Civil detrás de la Gran Vía. Por algo era conocida esta calle como la “avenida
del quince y medio”, por los proyectiles que lanzaba el ejército franquista al
edificio de la Telefónica que, se utilizaba como observatorio militar
republicano.
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