¿Se
acuerdan ustedes de la maqueta de la Gran Vía que se colocó el 4 de abril de
2010 para conmemorar el primer centenario de esta avenida? Desapareció hace casi
un año porque tuvo un accidente automovilístico: un coche se empotró en ella.
Una grúa ha vuelto a instalarla en la isleta que separa la confluencia de la
Gran Vía y Alcalá.
Qué
poco cuidado llevan los automovilistas. Hace unos años, la estatua de Agustín
Argüelles, que estaba situada en la calle Princesa, frente a la iglesia del
Buen Suceso, fue arrollada, literalmente, por un conductor ebrio que dejó el
monumento hecho un Cristo. Hace como un año o así, después de pasar por el
taller de chapa y pintura, fue colocada en un lugar más tranquilo, frente al
edificio situado en el chaflán entre Ferraz y el paseo del Pintor Rosales. ¿Y
qué me decís de la Cibeles? Hace unas noches, otro conductor ebrio se dio un
chapuzón en la fuente más castiza de Madrid y ahí dejó el coche aparcado y se
marchó en taxi a dormir la mona a su casa. Por no hablar de esa otra vez que un
desconocido le arrancó la llave a la dosa y apareció luego en un contenedor. O
el pez de la fuente de la plaza de San Juan de la Cruz, que apareció hace unos
días tirado en la calle del General Oraa. Y ahora, la maqueta de la Gran Vía...
Los
monumentos de Madrid deberían tener un plus de peligrosidad y vandalismo.
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