Entre las calles del Olivar y de Jesús y María.
Se llamó así porque aquí terminaba el recorrido del Vía Crucis o Calvario que
había sido instituido por San Francisco de Asís.
El Vía Crucis partía del
convento de San Francisco (donde hoy se levanta la iglesia de San Francisco el
Grande) y terminaba en esta calle del Calvario. Las estaciones estaban marcadas
en un principio con cruces de madera, que posteriormente fueron sustituidas por
otras de piedra de colmenar, costeadas por la casa de Luzón.
Cuando la Villa creció por estos
contornos, el Vía Crucis fue trasladado al antiguo camino de San Bernardino
(hoy calle de la Princesa).
Como el llamado campo del Calvario estaba bendecido, se utilizaba para enterrar
allí a los muertos, además de a los reos que habían sido condenados a morir
descuartizados y lapidados. Por este motivo, cuando comenzaron las obras para
abrir la calle, se encontraron con un buen número de esqueletos y huesos que
fueron trasladados al desaparecido cementerio de San Sebastián (en la calle de
Méndez Álvaro).
Por último, se dice que al pie de la novena cruz estaba
enterrado el defensor de la llamada Torrecilla del Leal, ahorcado en ella por orden
de Enrique de Trastámara, por su fidelidad a Pedro I.
Del libro “Los
nombres de las calles de Madrid”, Isabel Gea.
5ª Edicion - Fecha de la
publicación: 14 Mayo 1993
Precio 6.90 €. / Ebook 3.45 €.
Editorial: Ediciones La
Librería.
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