Nuestra
querida y nunca bien ponderada alcaldesa de Madrid se ha permitido el lujo de
regalarle al arquitecto argentino Emilio Ambasz un lugar privilegiado frente al
Museo del Prado. Le ha regalado un edificio protegido para que lo derribe y
construya en el solar un museo a sí mismo. ¡Ole la cultura del pelotazo! ¡sí,
señora, con un par!
Y este
arquitecto pretende levantar un edificio de seis plantas con dos fachadas
cubiertas de jardines verticales que nos costarán a todos los madrileños unos
40.000 euros si se toma de referencia el de la Caixa Fórum.
Pues
qué quiere que le diga señora Botella, como nos explicó Alberto Tellería en la
visita guiada en microbús organizada por Madrid, patrimonio y ciudadanía,
«todos sabemos que las hiedras trepan las paredes y forman unos jardines
verticales perfectos, y además, resistentes, no como las plantas del Caixa
Forum, que muchas de ellas se secan y hay que estar reponiéndolas
continuamente».
Ni qué
decir que saldría muchísimo más barato. Le sugiero que se dé un paseo en su
nuevo flamante coche oficial por la glorieta de San Bernardo y vea el jardín
vertical de las casas militares que hacen esquina con la calle de Alberto
Aguilera. Las hiedras, lo mismo que trepan, caen colgando formando preciosas
cascadas de hojas y no precisan apenas mantenimiento.
Y ya de
puestos, yo también quiero un regalo así, señora Botella, un lugar, aunque sea
pequeñito, en el llamado Paseo de las Artes, y colocar mi chiringuito-museo
dedicado a mí misma con mis libros a la venta, que el mercado del libro está mú
mal, oiga y tengo y mi sueldo anual es cada vez más exiguo porque las
liquidaciones por derechos de autor, como sabe o si no se lo recuerdo, son un
ridículo 10% de cada libro vendido. Con un carrito-expositor -como los que se
usaban para vender helados- me conformo. Lo planto cada día en medio del paseo
arbolado del Prado frente al Museo del Prado y me lo llevo a casa cuando se
ponga el sol. ¿Hace?
¡buen domingo para tod@s!
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