Entre las calles de la Magdalena y Lavapiés.
Toda esta zona era una colina de olivos donde terminaba el calvario o Vía
Crucis de la villa. El olivar se extendía hasta el santuario de la Virgen de Atocha y en él
había un humilladero en el que se veneraba el famoso Cristo de la Oliva. En 1564 unos
judíos azotaron y rompieron en pedazos el cristo crucificado e incendiaron el
humilladero. Cuando se enteró Felipe II, encargó a un artista que juntara todos
los pedazos y una vez recompuesta la imagen, fue trasladada en procesión hasta
la citada iglesia de Atocha, donde permaneció hasta que se construyó una nueva
ermita –del Cristo del Olivar- en el paseo de la Infanta Isabel,
frente a la calle de Alfonso XII, donde fue depositada la imagen.
Del libro “Los
nombres de las calles de Madrid”, Isabel Gea.
5ª Edicion - Fecha de la
publicación: 14 Mayo 1993
Precio 6.90 €. / Ebook 3.45 €.
Editorial: Ediciones La
Librería.
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