En los tiempos de vacas gordas los turistas extranjeros se
preguntaban cuándo dormían los madrileños, al verles hasta altas horas de la
noche frecuentando bares de copas. Desde hace unos años, cada noche, a partir
de las 10, se repite la misma escena: indigentes con colchones, cartones y
mantas preparan la cama para pasar la noche bajo techo.
Una ONG y miembros de la Iglesia evangélica, hacen cada noche rondas
repartiendo agua, café y algunos alimentos. Son la versión moderna de aquella
“ronda del pan y huevo” que cumplían la misma misión.
Lamentable es que esta gente no tenga un lugar donde pasar
la noche que no sea la calle, pero lamentable también es la imagen de pobreza,
degradación y suciedad que se llevan los turistas de nuestra ciudad.
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