-¡Papá,
mira, una tía desnuda!
-¡Niño,
dame eso!
-¡Joooo,
papá, que la tía está maciza!
-¿Será
posible? -gruñe el padre arrugando la publicidad con cabreo pero habiendo
mirado de soslayo previamente a la “tía maciza”.
Lo que
empezó en Ciudad Lineal se está extendiendo por otras zonas de la capital. Los
anuncios de prostíbulos inundan los parabrisas de los coches con chicas
semidesnudas, direcciones y números de teléfono al acceso de mayores y, por
desgracia, para menores de edad también que pueden fácilmente llamar desde sus
propios móviles sin que los padres se enteren.
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